Bruce Davidson

Bruce Davidson

5 de julio 1933 Oak Park, Illinois (EE.UU.)

 «La mayoría de mis fotografías son compasivas, amables y personales. Suelen dejar que el espectador lo vea por sí mismo. Tienden a no predicar. Y tienden a no hacerse pasar por arte»

Retrató mejor que ningún otro fotógrafo de la época la sociedad estadounidense en el siglo XX.  Fue el cronista visual de una de las ciudades más importantes, pero también más contradictorias del mundo: Nueva York.

Se le conoce como el fotógrafo humanista. Él mismo se autodenominaba así.

Su obra es el claro ejemplo de la compenetración y complicidad entre fotógrafo y retratado, verdadera clave para que esa gente se presentara ante la cámara con su humanidad intacta.

La infancia de Bruce Davidson fue marcada por la ausencia del padre que les abandonó cuando tenía solo tres años. Creció con su madre y su hermano, un año y medio menor que él. 

Su madre le enseñó a valerse por sí mismo. A ser un hombre desde bien pequeño.


Comenzó a realizar fotografías a los 10 años en las calles de Illinois.

Corría el año 1943 y su madre le montó un laboratorio fotográfico en el sótano de su casa.

«Fue ella quien me instaló a los diez años un cuarto oscuro en el sótano de casa, algo muy raro en aquella época. Mi hermano era un estudiante brillante pero yo estaba totalmente a la deriva. Hasta que entré en ese cuarto oscuro y una imagen surgió entre mis manos. Por primera vez, me sentí vivo. No sé qué hubiera sido de mí sin aquel descubrimiento”.


En su adolescencia temprana, Bruce comenzó a viajar en el tren elevado de Chicago, que le permitía explorar vecindarios y observar una amplia variedad de gente. Ahí fue donde desarrolló las habilidades e intereses que se verían en su trabajo fotográfico posterior.

Con 18 años, en 1951, empezó a estudiar arte en el Rochester Institute of Technology de Nueva York y realizó sus primeras fotografías en barriadas a vagabundos alcohólicos.

Al año siguiente, en 1952, con sólo 19 años ganó el ‘Kodak High School Photographic Award’, gracias a la fotografía que le hizo a un búho.

Acabó sus estudios en 1954, con 21 años y una tesis que fue publicada el año siguiente en la prestigiosa revista Life. Era un ensayo fotográfico sobre los jugadores de football americanos en los vestuarios. Documentó las emociones de aquellos deportistas.

En 1955, comenzó sus estudios en la Escuela de Diseño de Yale. Uno de sus maestros fue el artista Josef Albers.


En 1956, a los 23 años, fue destinado a un campamento militar aliado cerca de París, donde conoció al fotógrafo Cartier-Bresson.

En 1957, con 24 años terminó el servicio militar y trabajó como fotógrafo independiente para la revista LIFE.

En 1958, con 25 años, Cartier Bresson le invitó a entrar en la agencia Magnum.

En ese año 1958, con 25 años, viajó unas semanas con el Circo Clyde Beatty, uno de los más importantes de Estados Unidos, y fotografió el día a día en los camerinos centrandose en Jimmy Armtrong, un payaso enano.

Su protagonista era un trabajador incansable y un personaje muy divertido de cara a los niños. Pero al cerrarse la carpa, le atrapaba el sentimiento de soledad y aislamiento, que Bruce supo reflejar con respeto y humanidad.

No era una mera documentación. Era otra manera de abordar el tema. Una manera de fotografiar comprometida. Nada que ver con el fotorreportaje de la época.


Ese mismo año Bruce leyó un artículo en la prensa que hablaba de una reyerta entre bandas de jóvenes blancos de entre 15 y 17 años de edad. Él entonces tenía 26 años. Le interesó. Contactó con ellos y pasó casi un año completo fotografiándoles en barriadas sin recursos ni futuro.

Pero no fotografió las peleas. Sino a ellos. A sus miedos, sus complejos y su día a día.

Sobre este trabajo, dijo que la fotografía requiere preguntas éticas que deben estar presentes antes, durante e incluso después de disparar. A mí, por ejemplo, nunca me interesó sacar fotos sexies de aquellos adolescentes conflictivos, yo quería saber por qué la sociedad les había olvidado, qué ocurría en sus hogares, donde radica tanta desesperación”.


En 1960, con 27 años, viajó a Inglaterra. Aquí por primera vez, marcó cierta distancia con los personajes retratados. Es su trabajo menos introspectivo y más urbano. Fotografió a la clase trabajadora británica, tanto en las fábricas como descansando en la playa.


En la época de los 60, en Estados Unidos los americanos sin derechos luchaban por conseguirlos.

Davidson recibió en 1962 (con 29 años) una beca Guggenheim con un proyecto acerca de la situación de la juventud en su país natal. Gracias a aquella beca desarrolló uno de sus trabajos más famosos sobre el Movimiento de los derechos civiles en EEUU (contra la segregación racial).

Sus fotos formaron parte de una exposición individual en el museo MoMA de Nueva York en 1963 (con 30 años).

Y el periódico The New York Times le encargó fotografiar los ‘Viajes por la Libertad’.

Se montó en un autobús lleno de jóvenes voluntarios –protegidos por la Guardia Nacional– que salió de Montgomery (Alabama) con dirección a Jackson (Mississippi) para luchar por los derechos civiles: todos sus integrantes fueron arrestados al llegar. Era el año 1965. Bruce tenía 32 años.

Del año 66 al 68, entre sus 33 y sus 35 años, realizó su trabajo más conocido, que se materializó en un libro publicado en 1969, que fue uno de los más influyentes de la época: ‘East 100th Street’.

Lo publicó la Harvard University Press y más tarde fue republicado por St. Ann’s Press y sus fotos fueron expuestas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York MoMA.

Se infiltró en la «zona maldita» del ‘Spanish Harlem’, también conocido como ‘El Barrio’. Volvió a hacer como con las bandas de Brooklyn. Se metió de lleno en aquel gueto de negros y latinos invisibles.

En 1980 Bruce Davidson decidió emprender un proyecto en el sistema de tren metropolitano en Nueva York. Este trabajo de cinco años se terminaría llamando, simplemente, Subway. 


Para Bruce Davidson era una oportunidad espectacular de mostrar lo que ocurría a finales del siglo XX en aquellos trenes y andenes. “El metro me parecía muy sensual, incluso sexual. Encontré que el color en el subterráneo brindaba un sentido y que el treno podía serlo todo: Podía fotografiar una bella o una bestia. Era un gran reto descender al subterráneo porque siempre tenía una energía nerviosa y una aprehensión porque en aquel entonces el metro era inseguro, especialmente si uno andaba cargando una cámara cara.”

Este cuerpo de 105 fotografías es una gran síntesis del movimiento de la masa. Se trata de una metáfora de la humanidad que incluye viajeros, amantes, familias, desposeídos, drogadictos, chulos, ejecutivos, pensionados, amas de casa… Es lo que se ha dado en llamar una “…clara y compasiva visión de la vida en movimiento.”


Las primeras fotos del Metro las hizo en blanco y negro. Luego en color, con flash, para oscurecer el fondo y destacar las luces fluorescentes, los graffitis y los sujetos.


Desde 1991 hasta 1995, fotografió el paisaje y las capas de la vida en Central Park, en blanco y negro. Vivía a unas manzanas del parque y era el sitio de su recreo.

Sus fotos son testigo del enorme cambio sufrido en los últimos años: pasó de ser un lugar peligroso a una auténtica reserva natural en medio de la ciudad.


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