Tras haber visitado la exposición de su proyecto fotogáfico Rapsodia en la galería Il Mondo (artículo AQUÍ), entrevistamos a Mercé Ribera, con el propósito de entender las intenciones artísticas y filosóficas detrás de este trabajo.
FM: ¿Cómo comenzó el proyecto Rapsodia? ¿Cuáles fueron los impulsos que le animaron a trabajar en él?
M.R.: “Rapsodia” fue mi segundo proyecto fotográfico, después de “Perplexitat “. En el ya estaban definidas algunas de las pautas que me acompañarán durante mucho tiempo (¡espero!): la consolidación del blanco y negro, la opción de trabajo sola y exclusivamente en el estudio, la mezcla de humor, ironía y crítica social, mediante o con la ayuda de imágenes a menudo oníricas e irreales.
Los impulsos para mi siempre son una mezcla de lo que acontece dentro (las ganas y la necesidad de crear) y fuera (sentir la aprobación de los espectadores).
FM.: Usted define sus obras como foto-ficciones, ¿nos podría explicar este término?
M.R.: El tipo de fotografías que hago son recreaciones de escenarios y situaciones imaginarias. Traslado a la mesa del estudio las imágenes que creo en mi mente. Un mundo personal y de ficción.
FM.: Su trabajo artístico se desarrolla en su totalidad en estudio, ¿cómo se articula la composición de sus imágenes?
M.R.: Es difícil explicar exactamente como sucede, pero básicamente diría que tengo dos maneras de trabajar bastante diferenciadas. En una (más controlada y mental) me imagino una situación y/o un mensaje que quiero transmitir y cómo. Entonces el proceso pasa por ir buscando la mejor manera de llevarlo a cabo: ¿Qué elementos necesitaré? ¿cómo será la luz? ¿en qué forma es mejor componer la escena? etc.
En la otra forma de trabajar (mucho mas intuitiva) algo indefinible me lleva a trabajar, pero sin tener ni idea de adonde voy. En la mesa empiezo a colocar cosas, como para liberar la mente y nada es lo que quiero. Continuo sin tener idea...en este proceso, de repente, algo sucede interiormente que lo modifica todo y, sin darme cuenta, empiezo a moverme vertiginosamente y con la adrenalina muy elevada. Trabajo rápido y sin descanso, como si estuviera poseída. Me siento traspasada. Me agoto. Es fantástico. Algo nació.
FM.: Usted es una artista multidisciplinaria, ¿porque eligió la fotografía como medio expresivo para este proyecto?
M.R.: Creo que elegí la fotografía (ahora que la he descubierto) como modo de expresión, no para este proyecto sino para mucho tiempo.
Para empezar, creo que la fotografía es un medio aún muy virgen y con infinidad de posibilidades por descubrir. En el trabajo de estudio, y con la ficción, la libertad expresiva es enorme; prácticamente ilimitada. Encuentro el potencial de la luz como foco de atención, incalculable y mágico, ¡Además me fascina el blanco y negro! Resumiendo... ¡lástima no haber descubierto este medio antes!
FM.: Sus obras se caracterizan por poseer un gran valor simbólico, ¿porque para usted es tan importante el uso de figuras retóricas tan alegóricas?
M.R.: En arte, en general, para mí, tiene tanta importancia la estética como el mensaje. Me preocupo por la belleza de la imagen, por supuesto y, cada vez más, creo que lleva implícito un lenguaje, pero si quiero transmitir una idea, recrear mi imaginario, lo lógico es usar estas alegorías, estos símbolos para poder comunicarme mejor con el espectador.
FM.: El humor y la ironía son elementos presentes en toda la serie, ¿cómo logra integrarlos en su diálogo con el espectador?
M.R.: No lo sé. Hablo desde mí. Y desde mi todo se mezcla, humor, alegoría, critica, ironía. Me importa muchísimo la comunicación. Tengo suerte, aquello que sucede dentro mío y que plasmo en las fotografías parece resonar en la mente de muchos de mis contemporáneos. Agradezco infinitamente que así sea.
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