Eugeni Forcano
1926, Canet de mar - 22 de abril de 2018, Canet de Mar (España)
“Si al captar una imagen no me emociono,
no hay nada que hacer.
Cuando se me dispara el corazón, no falla:
ahí está mi foto”
a Forcano le gustaba disparar desde lejos, robar las fotografías para que sus protagonistas no se dieran cuenta y mantuvieran sus poses naturales. Es uno de esos fotógrafos que tenía claras las prioridades: primero, la emoción, y, por detrás, la técnica y la composición, de hecho, consideraba la toma de imágenes como una excusa para acercarse a los demás y conocerles.Intuitivo, su mirada es vivaz, apasionada e irónica, pero, sobre todo, con una gran profundidad humana.
La vida le cambió cuando, a los 34 años, ganó el concurso de un semanario: Destino, que apostaba por la foto documental en los tiempos de la dictadura. Este hecho le llevó a establecer una larga y fructífera relación con la revista, referente catalanista y democrático de gran calidad formal.
Autodidacta, intuitivo y vitalista, Forcano recorrió Catalunya en busca de crónicas y reportajes sociales en blanco y negro sobre la vida en pueblos y ciudades. Pronto sus fotografías, reflejo de una sociedad cambiante, llegaron a las más prestigiosas agencias internacionales, como France Press o Dalmas.
En 1963 viajó a París invitado por el Comisariado General de Turismo Francés donde coordinó la expedición de once fotógrafos catalanes que retratan la vida cotidiana de la ciudad. En 1969 también trabajó para Publinsa-Keiton Eckardt, Delpire (París) y Dupont (Suiza).
Casi nunca disparaba mirando y le encantaban los formatos grandes, lo mínimo que editaba era 30x40. Posiblemente para dar voz a los sin voz, engrandecer a los oprimidos.
Durante los años setenta, Forcano dio el salto a la fotografía publicitaria y de moda. En los últimos tiempos, centró su trabajo en el laboratorio, donde investigó las posibilidades del lenguaje fotográfico a través de la fotografía informalista en color.
Le apasionaba investigar. Su método: ensayo-error. En sus últimos trabajos exploró la luz como herramienta para generar imágenes.
De esta manera, en seis años de trabajo consiguió láminas con brillantes y múltiples colores.
La extraordinaria calidad de su obra le ha hecho merecedor de numerosos premios, entre los que destacan el Premio Ciudad de Barcelona de fotografía (1963 y 1976), la Medalla de Oro al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Barcelona (2009), la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña (2012) y el Premio Nacional de Fotografía, que otorga el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes (2012).
La Casa Museu Domènech i Montaner de Canet de Mar cuenta desde el año 2011 con un espacio expositivo permanente dedicado al fotógrafo canetense, que cedió 140 de sus fotografías al municipio.
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