Eva Besnyö
29 de abril 1910 Budapest (Ungaria) - 12 noviembre 2003 Lairen (Paises Bajos)
"Espero haber encontrado el equilibrio entre forma y contenido"
Fue conocida como la “Gran Dama” de la fotografía holandesa, sin embargo Eva Besnyö nació y creció en Budapest, Hungría, al interior de una familia liberal judía.
Su afición siempre fue la fotografía, andaba para todos lados con su cámara Kodak Brownie, gusto que compartió con su gran amigo de barrio, Ernö Friedmann, conocido luego mundialmente como Robert Capa.
Ambos pertenecían a una generación de fotógrafos húngaros, nacidos a principios del siglo XX que tuvieron que abandonar Hungría y esparcir su talento refugiándose en la Europa occidental. Con Besnyö y Capa estaban, André Kertész, Gyula Halász (conocido por Brassaï), László Moholy-Nagy y Martin Munkácsi. Lamentablemente la obra de Eva Besnyö, nunca alcanzo el reconocimiento de sus colegas varones.
Se educó en la publicidad y en la fotografía con Josef Pécsi y a los 20 años se fue a vivir a Berlín donde trabajó como fotógrafa freelance y donde fue desarrollando su interés por el fotoreportaje. Un libro publicado en 1928, Die Welt ist Schon (El Mundo es Bello), del fotógrafo Albert Renger-Patzsch, marcó por completo el futuro de su carrera como fotógrafa. Con este libro daba comienzo el movimiento de la Nueva Objetividad (Neue Sachlichkeit), que implicaba un giro hacia el compromiso pragmático y documental, nacía como contrapartida al idealismo romántico de los expresionistas.
Eva Besnyö se propuso ser parte de ese movimiento, comenzó a disparar desde ángulos inusuales, buscando líneas diagonales, con una claridad desapasionada pero también añadiendo cierto grado de compasiva humanidad, sin caer en sentimentalismos.
Por sus ideas marxistas y su origen judío, tuve que abandonar Alemania en 1932 y se radicó en Ámsterdam. Se casó con el cineasta John Fernhout y durante la II Guerra Mundial vivieron en la clandestinidad desde donde colaboraron también con la resistencia.
Eva Besnyö tuvo siempre un comportamiento políticamente activo. Junto con otros fotógrafos e intelectuales asistió a talleres y conferencias impartidas por la Escuela de Trabajadores marxistas, con la que colaboró realizando fotografías del mundo obrero berlinés.
Tal vez debido a las obligadas interrupciones en su trabajo, no parece haber una marca característica que defina unitariamente su obra, y quizás ese es uno de sus alicientes.
Desde las vistas aereas de escenas callejeras, el uso de las sombras, los hombres trabajando Alexanderplatz, los anuncios, las ruinas de Rotterdam tras los bombardeos, los bañistas en los lagos de Wannsee y los retratos de mujeres realizando «trabajos de hombres», Besnyö cubre un amplio abanico temático.
Uno de los temas que trata Besnyö de forma especial con asiduidad desde los años treinta, son los niños. Es sus fotografías de niños jugando por las calles de Berlin o Amsterdam podemos percibir, profundamente implicados como espectadores, el encanto de la inocencia, la sucesión de momentos y cierto sentido de anticipación.
Durante los años setenta con 60 años de edad, comenzó a documentar el movimiento feminista de las Dolle-Mina, formando parte activa de la organización durante seis años.
En una entrevista de 1991 comentaba:
«En un principio, la forma era más importante para mí que el contenido. Lentamente esa tendencia cambió hasta la llegada del feminismo, de repente el tema se hizo protagonista. La forma es esencial para mi. La composición es importante, y me hubiera traicionado a mi misma si no hubiera tenido esto en consideración, que por un tiempo fue así. Espero haber encontrado el equilibrio entre forma y contenido»
En 1999 la Sociedad Alemana de Fotografía le otorgó el Premio “Erich Salomon” a la trayectoria profesional y ese mismo año el Centro Portugués de Fotografía de Porto presentó una gran muestra retrospectiva de su trabajo.
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