Jacques-Henri Lartigue

 Jacques-Henri Lartigue

13 de junio de 1894, Courbevoie - 12 de septiembre de 1986, Niza (Francia)


“Nunca he tomado una foto por otra razón que no sea que en ese momento me hizo feliz hacerlo.”

 

Jaques Henri Lartigue, conocido como ‘el fotógrafo de la felicidad’, es el primero en tener un gran trabajo apoyado en la estética casual y ‘el momento’, entendido como el instante congelado, aunque nunca tuvo inquietudes artísticas.

Sus fotografías, tomadas en el entorno familiar y con carácter lúdico y optimista, utilizan la casualidad como elemento estético, dejando al azar y sus posibles accidentes como elemento de sorpresa. 


“La fotografía es algo mágico. Una cosa que tiene olores misteriosos, un poco extraños y aterradores, algo que uno rápidamente llega a amar.”


Muy inquieto y curioso, con apenas seis años ya mostraba una prematura sensibilidad creativa. Hacía fotos abriendo y cerrando los ojos con la técnica a la que él mismo denominó como piège d’oeil (la trampa del ojo). Quería atrapar el tiempo.

Su padre, Henri Lartigue a los siete años le regaló una cámara de fotos. Una voluminosa cámara de placas, construida por J.Audouin, sin obturador y fijada en un trípode.

Y el pequeño Lartigue empezó a fotografiar obsesivamente todo lo que le pedía su instinto fotográfico en aquella época de optimismo que caracterizó el cambio de siglo en Francia.


En 1905, con 11 años de edad, hizo su foto más famosa: «Mi prima Bichonnade. 40, Rue Cortambert, París, 1905», en la que su bella prima salta jovial en unas escaleras.

En 1910, a los 16 años de edad, empezó a fotografiar a las estilosas y elegantes féminas que paseaban por la avenida parisina del Bois de Boulogne.


En 1914, el estallido de la I Guerra Mundial lo cambiaría todo. Tenía 20 años y se dedicó más a pintar que a fotografiar y, aunque sí hizo fotos en aquella época, fueron pocas y no quería conservarlas. 


Hacia 1930, Lartigue se aproximó al mundo del teatro y surgió en él una gran pasión hacia las formas artísticas ligadas al espectáculo, en especial al cine, al tiempo que su labor como ilustrador le abrió las puertas del mundo de la moda. Poco a poco, su trabajo como fotógrafo fue encontrando el lugar que merecía y fue incorporándose de manera regular a actividades relacionadas con el mundo de la fotografía desarrolladas en Francia. Vicepresidente de la asociación “Gens d’Image”.

En 1963, los 69 años de edad, Lartigue y su tercera esposa viajaron a Estados Unidos a visitar a unos amigos. Iban en barco, el viaje iba a ser largo y su mujer decidió llevar consigo muchas fotografías para ordenarlas. Un contratiempo en aquel viaje en EEUU les hizo coger un autobús desde Los Ángeles hasta Nueva York y allí coincidieron con un agente de fotógrafos llamado Charles Rado.

¡Bendita casualidad! Ella le enseñó el portfolio de su marido y éste quedó tan impresionado que contactó inmediatamente con el MoMa de Nueva York y con el editor gráfico de la revista Life… 

El MoMA expuso sus fotos del 1 de julio al 3 de noviembre de aquel año 1963 y los amantes del arte pudieron conocer su obra.

Pero el gran éxito general no le llegaría hasta apenas tres semanas después de acabar aquella exposición: concretamente el 29 de noviembre de 1963, gracias a un reportaje de 12 páginas que le dedicó la revista LIFE. La edición de aquel día no era una edición cualquiera: apenas siete días antes, el 22 de noviembre, habían asesinado a Kennedy y el presidente protagonizaba la portada de aquel número que fue comprado por millones de personas, que en su interior descubrieron aquel tesoro fotográfico. 

“La regla de oro es “trabaja rápido”. En cuanto al encuadre, la composición, el enfoque, no es momento de empezar a hacerse preguntas: solo tienes que confiar en tu intuición y en la agudeza de tus reflejos.”

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