Julia Toro

 Julia Toro

Talca el 19 de octubre de 1933


“No quise estudiar fotografía porque no quería que me desviaran de mi propio mirar. No quise ser amaestrada, manipulada, no sé.”


Nació en Talca, y a los pocos años de vida se trasladó a vivir con sus abuelos a Santiago. Siempre ha sido una creadora artística, pero es en la fotografía donde tiene mayor fama.


En Santiago creció en un entorno tradicional y acomodado; se casó recién salida del colegio, y tuvo tres hijos. Trabajaba como profesora y conoció a Adolfo Couve, con quien estudió dibujo y pintura; los años siguientes seguiría experimentando diferentes soportes.

Es en los años 70 cuando cambia su vida por completo; de lo tradicional pasa a lo bohemio y artístico. Se separa, y se empareja con el fotógrafo Jaime Goycolea, en 1973 nace su cuarto hijo, con 38 años toma por primera vez la cámara análoga y nunca más la pudo soltar. Desde entonces, sus fotografías han capturado el alma de un Chile que ha visto cambiar. 

Nunca estudió formalmente para fotógrafa, pero en las décadas siguientes se transformó en uno de los nombres fundamentales en ese mundo en Chile. 

Julia Toro se fue abriendo paso con sus fotos en blanco y negro que iban desde la captura de lo doméstico y hogareño, a la contracultura de la resistencia en la dictadura, con retratos a personajes fundamentales de la escena como Jorge Teillier, Diamela Eltit o Raúl Zurita.


Además, en su carrera destacan sus fotografías eróticas, donde incluso el desnudo masculino hace su aparición.

Ya con más de ochenta años, Julia Toro sigue pintando y escribiendo.

Durante la pandemia, Julia Toro ha reactivado constantemente ese “estado fotográfico” que ella siempre menciona: “Es una emoción muy abarcadora, no piensas en absolutamente nada, si pensaras, el momento exacto ya sería pasado. Es la mirada la que contempla. En estos tiempos tan inesperados, inciertos y diferentes, he vuelto a la pintura con alegría, para mí es un gran refugio con el que dar sentido a las largas horas de esta nueva vida. Ahora vengo pintando, prácticamente todos los días, piedras encontradas en ríos y playas que me traen mis amigos más cercanos. Además, dibujo y pinto en croqueras que se van juntando en mi taller. Y en la fotografía también encuentro esa felicidad. La luz de algunos días inevitablemente te lleva a tomar la cámara o el teléfono celular, que cumple muy bien su cometido, aunque la diferencia entre una y otra es abismal”.

Esta fotógrafa, autodefinida como “tardía”, está siempre actualizándose y reflexionando sobre su quehacer: “La historia de la fotografía se está escribiendo constantemente, es un tema inagotable. Hemos sido invadidos por la imagen y la cultura de lo visual y se da por hecho, como automáticamente lo visual que es la experiencia diaria; pero deténganse un momento y piensen toda la historia que hay detrás, por ejemplo, de cualquier fotografía de prensa, de cualquier día…”.



Video entrevista a la artista: https://www.youtube.com/watch?v=tnDBJTTDK8o



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