Marc Riboud
24 junio 1923, Saint-Genis-Laval - 30 agosto 2016, Paris (Francia)
"Mirar, fotografiar un paisaje bello es un poco como escuchar música o leer poesia, ayuda a vivir."
Marc Riboud fue un fotógrafo humanista francés que nació en Saint-Genis-Laval, cerca de Lyon, en 1923.
Para su decimocuarto cumpleaños, Marc recibió como regalo la West-Pocket Kodak que su padre había utilizado durante la Gran Guerra para documentar su vida en las trincheras. Con esta cámara, Marc hace su primera foto en la Exposición Universal de París. Dos años después, a la muerte de su padre, le regalaron una Leica de 1935
Durante la guerra participa en la resistencia, primero en Lyon, luego se une a los grupos partisanos de Vercors. En los años 1944-45 luchó en el frente de los Alpes y participó en la ocupación de Austria. Al final de la guerra completó sus estudios técnicos y fue empleado en una fábrica de botellas con el título de molinero.
Tras tomarse una semana de vacaciones para fotografiar el Festival de Cine de Lyon, decide dejar su trabajo para dedicarse únicamente a la fotografía. Se convirtió en fotógrafo independiente en Lyon,; en 1952 se traslada a París donde conoce a Henri Cartier-Bresson y Robert Capa.
Riboud nunca estudió formalmente fotografía, él mismo decía “la mejor educación para el ojo está en el museo.”
En 1953 y con apenas un rollo de película hizo algunas fotos en la torre Eiffel. Una de ellas, la del pintor, fue publicada por la revista Life y se ha convertido en una de las dos fotos más famosas en la carrera de este fotógrafo. La publicación le abrió las puertas de Magnum Photos, cuando los fundadores de la agencia le invitaron a unirse al colectivo.
Su primera sesión de fotos para la agencia la realizó en el pueblo de Tignes, donde debido a la construcción de una presa, los habitantes se ven obligados a abandonar sus hogares.
La colaboración con Magnum le hizo viajar por el mundo.
Permaneció tres meses en la Unión Soviética (1960) y luego cubrió las independencias de varios países del África subsahariana, entre ellos Argelia. Luego estuvo en Vietnam como uno de los escasos fotoperiodistas de occidente que cubrieron el enfrentamiento armado.
La fotografía más difundida de Marc Riboud y que, injustamente, ha eclipsado el resto de su brillante carrera fue la imagen que capturó de una jovencita de 17 que se enfrentaba a los soldados con una flor.
La chica de 17 se llamaba Jan Rose Kasmir, estudiaba en el Instituto de Maryland la secundaria. La muchacha, en solitario, buscaba entregarle una flor a los soldados durante una protesta en Washington D.C. en 1967. Eran 2.500 militares apostados frente al pentágono.
El fotógrafo se tomó su tiempo para hacer la fotografía, se dio el lujo de hacer al menos un par de tomas e incluso realizar una versión a color. Sin embargo, solamente una fotografía ha pasado a la historia de aquella serie. El éxito fue inmediato, la fotografía apareció al otro día en la prensa de numerosos países
Fotógrafo y pacifista se reencontrarone en 2003 durante una manifestación en Londres que protestaba contra la Guerra en Iraq. Jan Rose llevaba un cartel con su imagen en la foto de Riboud quien volvió a fotografiarla. Jan Rose confesaba sobre el episodio de la flor: “No era una provocación. Sólo les quería hablar de amor. Ellos no eran máquinas de la guerra, sólo se trataba de un grupo de hombres obedeciendo órdenes”.
Marc Riboud siempre se ha tomó muy en serio su trabajo como fotógrafo:
"¡Sería bueno que los fotógrafos no nos tomáramos demasiado en serio!... Hacer fotos es demasiado fácil: saber mirar y ver, en cambio, es mucho más difícil, ya que no es un reflejo condicionado". , pero es el resultado de un serio trabajo de aprendizaje. La disciplina es tan importante como la espontaneidad y la sensibilidad... La fotografía no tiene que convencer, la fotografía ciertamente no es capaz de cambiar el mundo, pero puede mostrar el mundo, especialmente cuando está cambiando... Fotografiar significa aceptar lo inesperado, la sorpresa: pero para captar este aspecto de la realidad hay que tener una gran pasión, diría la obsesión de observar incansablemente la realidad... Si el amor por la vida se desvanece, incluso las fotografías desvanecen, porque hacer fotos significa saborear la vida, cada momento, intensamente!”.
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