Mariana Yampolsky

 Mariana Yampolsky 

6 de septiembre de 1925, Chicago (EE.UU.) - 3 de mayo de 2002, Ciudad de México (México)


“La fotografía no es diferente a cualquier otra manera de ver, sea pintar, grabar, esculpir”


Mariana Yampolsky nació el 6 de septiembre de 1925 en Chicago, Estados Unidos, hija del escultor, pintor y ebanista, Oscar Yamposlky. A principios de la década de 1940, estudió en en el Instituto de Arte de la Universidad de Chicago, donde escuchó hablar del quehacer del Taller de la Gráfica Popular (TGP) en México.

En 1944 llegó a México y se integró al TGP. Continuó su formación en Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda. Poco tiempo después, realizó sus primeras fotografías. Para 1958, Mariana Yampolsky ya se había nacionalizado como mexicana.

México tiene una larga trayectoria de migración y recepción de distintas comunidades y de exilios. En el caso de Yampolsky podemos ver que lo extranjero es parte de la comprensión de lo mexicano. Bajo su mirada podemos observar el tema de lo popular, de lo indígena, de la infancia en una apropiación, reapropiación y reconducción que crea una riquísima narrativa visual en la que comunica lo que le emocionaba en su búsqueda de las emociones profundas del ser humano.


“No estoy en pos de sensacionalismo, no busco señalar los momentos indignos del hombre sin tratar de ver lo humano del hecho. Busco las razones de las manifestaciones humanas. No me interesa si los retratados son de tez blanca o morena, ricos o pobres, indígenas o mestizos; lo que interesa es la esencia, reflejar de alguna forma el alma que llevan dentro.”

Desde entonces, arrancó una carrera fructífera entre los espacios museísticos de México. Entre sus colaboradores figuraron Hannes Meyer, Lola Álvarez Bravo y la Secretaría de Educación Pública, para quien editó libros literarios. A la par, editó libros de arquitectura. En su trabajo siempre mostró una preocupación por lo diferente, por lo invisible.

La producción de poco más de medio siglo de la fotógrafa se caracterizó por el cariño que le tenía a México. Por ello le interesó integrarse al Taller de Gráfica Popular, que presentaba un rostro en contra del fascismo. Al inicio de su producción artística, persiguió ideales revolucionarios, y durante décadas optó por plasmar realidades poco equitativas con una postura profundamente sensible a la vez que crítica.

Al ver sus fotografías, uno se pregunta qué es México, por qué unos sí y otros no, por qué el hambre, el desasimiento; Mariana da una única respuesta: la de la dignidad. Su rigor es absoluto, sin concesiones. Porque fue maestra, sabe enseñar y si antes enseñó con palabras, con sus imágenes enseña visualmente. En las fotografías de Mariana Yampolsky no hay urgencias, ni prisas, ni ‘instante decisivo’. Para ella, tomar una foto era un viaje al interior que debía hacerse con mucho tiento. Sus imágenes nunca hieren, jamás tomó a un ser humano en su peor momento. Ni a un perro siquiera.

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