William Eggleston

William Eggleston 

27 de julio de 1939  Memphis, Tennessee (EE.UU.)


“Normalmente la gente me pregunta qué es lo que fotografío, que es una pregunta difícil de responder. Y la mejor respuesta  que he encontrado es: La vida de hoy.”


Considerado por muchos como uno de los principales pioneros en el uso del color, William Eggleston consiguió elevar la banalidad a obra de arte.

Su mirada se centro en el color, forma y luz de la cosas para evidenciar que la belleza está siempre en los ojos del que mira, si está atento.


La sensibilidad y composición de sus obras lo sitúa como  uno de los principales artistas visuales y fotógrafos referentes del siglo XX. 

Aun cuando había nacido en Memphis, realmente sus primeros años los pasó en Summer en el estado de Mississippi y en esa etapa sus interese estuvieron orientados hacia las áreas de la electrónica, el piano y el dibujo. 

Cuando tenía quince años, en 1954, entra a continuar sus estudios en la Webb school de Tennessee que solo impartía una enseñanza tradicional sin darle mayor importancia a las actividades artísticas y solo hasta que ingresa a la Universidad de Vanderbilt se decide por la fotografía y allí se compra su primera cámara y empieza a tomar fotografías pero en blanco y negro. Luego sigue sus estudios universitarios en la Universidad de Mississippi en Oxford, Estados Unidos.

En aquella época los fotógrafos serios como Ansel Adams o Edward Weston trabajaban en monocromático. “Pero las fotografías de gente como Adams no me interesaban. Y lo que llamábamos fotoperiodismo, las fotos que se publican en la revista Life, tampoco me atraían. Simplemente no eran buenas, no había arte ahí. La primera persona a la que admiré inmensamente fue Henri Cartier-Bresson. Aún lo respeto.”
En esta primera fase solo realizó fotografías en blanco y negro, hasta que por 1965 se decide a experimentar con la fotografía a color.

Como el trabajo de Eggleston se había desarrollado un poco lejos de los ambientes artísticos, tenía una aproximación a las imágenes y situaciones diferente a lo que ya se conocía, hasta que su trabajo es conocido en 1969 por John Szarkowski, quien queda tan impresionado que le sugiere al comité fotográfico del Mueso de Are Moderno de Nueva York que adquiera algunas obras.

Su amigo William Christenberry le presenta a Wallter Hopps, director de la Galería Corcoran de Washington en 1970 y nuevamente, éste se siente impactado por lo novedoso el tarbajo de Eggleston.

Entre 1973 y 1974 mientras dictaba clases en la Universidad de Harvard, descubre el proceso conocido como Dye-transfer y a Eggleston le impacta el grado de saturación de los colores y de las tintas, que se consigue en el laboratorio. Una de sus obras más conocida la realiza con esa técnica, The Red Ceiling de 1973, también conocida como Greenwood y que el propio artista la considera una de sus mejores obras.

Ya en 1976 abre una exposición de 75 fotografías en el MOMA, que genera un gran escándalo. Gracias a ella, conoce a Viva, Janet Susan Mary Hoffmann, una de las estrellas de Andy Wharhol y con quien mantuvo una larga relación. Allí se introduce en los ambientes del pop-art y difunde su teoría llamada Democratic Camera, según la cual cualquier cosa puede quedar perfectamente representada por la óptica de una cámara.

Precisamente con el nombre de su teoría, Democratic Camera, se tituló la mayor exposición de su obra, que recogió una retrospectiva de casi todo su trabajo fotográfico. Por ende y de acuerdo a su teoría, en su obra hay objetos como neumáticos viejos, señales de prohibiciones de parqueo, carteles rotos, máquinas expendedoras de coca-cola, máquinas desechadas, postes de electricidad o árboles.

Como expone Ian Jeffrey:  “ Eggleston siguió la táctica de dejarse cautivar por la capacidad que un hecho pudiera tener para contar una historia de la clase que fuese.”

Sus fotos desde entonces “…tratan sobre el potencial estético de lo cotidiano.


Como reconoce Eudora Welty, las fotografías de Eggleston “se enfocan en el mundo trivial” pero “¡No existe ningún sujeto más lleno de implicaciones que lo mundano!” En las fotografías de Eggleston “Lo banal sigue siendo banal, pero ahora es apasionante… La banalidad es la materia de la vida misma.” Estas fotografías son un desafío para el observador, tanto el de su tiempo como el actual.

Posteriormente publicaría otro libro de fotografías Kiss me Kracow con fotografías realizadas en Berlín, Viena y Salzburgo, durante un viaje que realiza por Europa.

En 1998 se le otorga el Premio Internacional de la Fundación Hasselbal y en 2004 recibe el Premio PHotoEspaña de Baume et Mercier.

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